Villalar.
Y una flecha blanca
sobre fondo azul.
Obedecí sin pensarlo
y abandoné la autovía.
Quizá estaba detenido de tiempo atrás,
y era yo el que me movía aún.
Podía sentir el viento
agitar el terciopelo de los pendones.
Necesitaba un fuego de taberna;
una mano blanca;
una taza de caldo.
El atardecer curioseaba ya por cada bocacalle,
y una sintonía televisiva cruzó la plaza, como un pájaro de otro mundo.
Fui ese espectador que llega cuando ya todos abandonan el teatro.
Algo me dijo entonces que tampoco allí te encontraría.
Fui ese espectador que llega cuando ya todos abandonan el teatro.
Algo me dijo entonces que tampoco allí te encontraría.
2 comentarios:
Echaba de menos tus poesias..
:-)
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