Sin título. Mixta y collage sobre papel. Autor: Xabier Pérez |
Los
autobuses se detienen aquí mismo, sí, en el arcén, contra toda
lógica, ya que no existe indicador ni cobijo alguno. Apeadero para
iniciados en estado puro. Hoy viento y lluvia azotan sin piedad y
parece que el E-20 no llegue nunca. Un búfalo negro, de neumáticos
descomunales, pasa despidiendo agua, furioso. Sus lomos, martirizados
de correas, prometen “logística a medida”. Credibilidad de
corbatas, camisas inmaculadas y alarde ortodóncico desafiando al
diluvio. El sujeto de la corbata azul se ríe de mi, seguro “¿Pero
qué hace ese tonto ahí, clavado bajo el chaparrón?”, pensará.
Sus dientes no me quitan ojo hasta que el búfalo embiste la rotonda
con un bufido neumático. La sonrisa del logístico se hace mueca
entonces, como si su mercancía hubiera quedado obsoleta
repentinamente. Otros búfalos van llegando. Imagino al mentecato
impertérrito bajo el temporal unos centenares de metros más
adelante, la camisa aún sin una sola arruga; y seca. Esto me hace
sonreír por dentro. Por fuera, el agua me chorrea de nariz y orejas
y atraviesa ya la ropa, como una culebra escamosa colonizando mi
piel. Las manos, en los bolsillos del pantalón, separan un poco la
tela, empecinada en adherirse a los muslos. No te culpo a ti, Oscar
Levi Strauss; sabes que no es eso, y que adoro tus pantalones.
Desfilan ahora automóviles con hombres al volante y mujeres como
reinas pobres extraviadas en algún evento provinciano. Gafas de sol
(¿de sol?), música rubia, algún cigarrillo humeante, pequeño
confort de llantas de aluminio y peluquería de barrio sin jardines,
“Sweet home Alabama” (pas mal), morrito caprichoso
en el espejo de cortesía, niños hiperactivos enturbiando el aire
fragancia pino de sus peceras semovientes. Epica de fin de semana.
Nosotros, los demás y los elementos en orden de combate. Yo no he
mandado mis naves. “Aquimelasdentodas” de aire acondicionado y
sonido estéreo con trece grados Celsius en el exterior del
habitáculo. Todo un minué rodante, pero sin niños prodigio al
clavecín. Hace ya rato que mis pantalones consiguieron una
consistencia de cartón, y se mantendrían en pie por sí mismos
aunque yo me evaporara. En esto que llega el E-20. Ahora, la dentera
de las rodillas contra las perneras de cartón-piedra.
Una
parada de autobús desguarnecida bajo la tormenta es un mal lugar
cuando te acosa algún anhelo espiritual.
0 comentarios:
Publicar un comentario