04 noviembre 2012

Parada de bus

Sin título. Mixta y collage sobre papel. Autor: Xabier Pérez

Los autobuses se detienen aquí mismo, sí, en el arcén, contra toda lógica, ya que no existe indicador ni cobijo alguno. Apeadero para iniciados en estado puro. Hoy viento y lluvia azotan sin piedad y parece que el E-20 no llegue nunca. Un búfalo negro, de neumáticos descomunales, pasa despidiendo agua, furioso. Sus lomos, martirizados de correas, prometen “logística a medida”. Credibilidad de corbatas, camisas inmaculadas y alarde ortodóncico desafiando al diluvio. El sujeto de la corbata azul se ríe de mi, seguro “¿Pero qué hace ese tonto ahí, clavado bajo el chaparrón?”, pensará.
Sus dientes no me quitan ojo hasta que el búfalo embiste la rotonda con un bufido neumático. La sonrisa del logístico se hace mueca entonces, como si su mercancía hubiera quedado obsoleta repentinamente. Otros búfalos van llegando. Imagino al mentecato impertérrito bajo el temporal unos centenares de metros más adelante, la camisa aún sin una sola arruga; y seca. Esto me hace sonreír por dentro. Por fuera, el agua me chorrea de nariz y orejas y atraviesa ya la ropa, como una culebra escamosa colonizando mi piel. Las manos, en los bolsillos del pantalón, separan un poco la tela, empecinada en adherirse a los muslos. No te culpo a ti, Oscar Levi Strauss; sabes que no es eso, y que adoro tus pantalones. Desfilan ahora automóviles con hombres al volante y mujeres como reinas pobres extraviadas en algún evento provinciano. Gafas de sol (¿de sol?), música rubia, algún cigarrillo humeante, pequeño confort de llantas de aluminio y peluquería de barrio sin jardines, “Sweet home Alabama” (pas mal), morrito caprichoso en el espejo de cortesía, niños hiperactivos enturbiando el aire fragancia pino de sus peceras semovientes. Epica de fin de semana. Nosotros, los demás y los elementos en orden de combate. Yo no he mandado mis naves. “Aquimelasdentodas” de aire acondicionado y sonido estéreo con trece grados Celsius en el exterior del habitáculo. Todo un minué rodante, pero sin niños prodigio al clavecín. Hace ya rato que mis pantalones consiguieron una consistencia de cartón, y se mantendrían en pie por sí mismos aunque yo me evaporara. En esto que llega el E-20. Ahora, la dentera de las rodillas contra las perneras de cartón-piedra.
Una parada de autobús desguarnecida bajo la tormenta es un mal lugar cuando te acosa algún anhelo espiritual.

0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...